Así vive Raquel.


Aquel fue el primer día en el que Raquel empezó a morir físicamente.

¿Miedo? Sí, pero no era la palabra que ahora ocupaba su mente.
Se estaba sintiendo tan sola, tirada en el suelo esperando que todo fuese una pesadilla.
Raquel, ¿Realmente ahora era una persona?
Ella se veía allí tumbada, pero la impotencia era superior. Ella sabía que no se repetiría, había pasado por su culpa, estaba en casa esperándolo, y al llegar le había hablado mal.

(Un poco antes)

*Se oye como la puerta de casa se abre mientras Raquel está sentada en el sofá*

-¿Está la cena?- Dijo Fran que al parecer había tomado alguna copa de más.
-Te he guardado un poco de la comida, por si tenias hambre, porque como ya son las cuatro de la madrugada, no sabía nada de ti, por si volvías... Te he guardado algo.
- ¿La comida? No podrías haber hecho nada... No perdone, la que ya no trabaja...
- No trabajo por ti, para estar contigo, tú me lo pediste - Le dijo Raquel con un toque de ira que enseguida se arrepintió de haber empleado al ver la ira en los ojos de Fran.
-¿Cómo? Ahora me dices eso, es tu obligación, eres mía, y tienes que estar conmigo.- Raquel empezó a asustarse y asintió rápidamente.
-Así me gusta ahora ven aquí.- Raquel corrió a su lado creyendo que aquello lo calmaría, porque había sido tan estúpida, como había podido hablarle así, estaría cansado, y ella sólo estaba cansándolo más, qué tonta estaba siendo, ahora lo complacería en todo.
-Ahora quiero que me hagas algo de carne a la plancha- Le dijo con tono amenazante, aquellas palabras tan simples hicieron que Raquel sintiese el miedo.
- Sí, ahora te hago lo que quieras.
Raquel corrió a la cocina, alegre de poder hacer que se calme, ahora todo iría bien, ahora no habría nada que temer, ahora todo estaría bien.
Abrió la nevera y no había nada de carne, y a las cuatro de la madrugada donde podría encontrar ella carne, ¿Cómo se lo decía ahora?
-Fran...Hm... No queda carne- Raquel estaba temblando apoyada en el banco de la cocina, el miedo, sí, era lo que sentía ahora, ¿Cómo iba a complacerle?
Fran se acercó a la cocina y la cogió del pelo, Raquel gimió de dolor, a lo que Fran le dijo:
-Seguro que cualquier puta que haya por la calle es mejor que tú, ¿Realmente crees que siendo así te va a querer alguien? Si no vales ni para fregar, no trabajas, ¿Quien te querrá? La cogió y la estampo contra los fogones de la cocina haciendo que la sangre cayese por su cara.- Y ahora calladita, porque no tienes nada que hacer si no es conmigo, ¿Entendido?
-Sí- Dijo Raquel a media voz cayendo al suelo agarrándose con lo poco que le quedaba de fuerza, la sangre seguía saliendo. - He sido imbécil, debería tenerlo todo para ti...
-Sí, así es pero ahora ya no puedes hacer nada.- Y acto seguido le escupió.- No eres más que basura, tan joven y que no me complazcas en nada, ¿Sabes? hay fuera hay muchas más que estarían encantadas por hacerme la cena y después me complaciesen en la cama, pero no sirves ni para puta.

Raquel se quedó sentada en el suelo, preguntándose si de verdad valía la pena. Con miedo vio como Fran salía de casa mirándola con asco, no sabía dónde iba ni si volvería, pero Raquel no pensó en huir, sólo pensó en que la próxima vez lo tendría todo para él.

Llamaron al teléfono.


Recomiendo escuchar [Reincidentes - Ay Dolores] (Arriba en sentimientos)


1 comentarios:

Rosa Sanchis dijo...

Raquel empezó a morir mucho antes.
Violencia social. Seguro que Fran la fue alejando de su familia, de sus amigos, de su trabajo. Sólo le queda un antiguo amor, Óscar, que quiere “salvarla” y muere por ella. (¡uf, morir de amor! Peligrosas palabras)

Violencia económica. ¿Quién llena la nevera? ¿Quién paga las facturas?... Tener el control del dinero le da poder a Fran. No tenerlo se lo quita a Raquel.

Violencia psicológica. Explícanos qué pasó, Nervetta, hasta llegar a las palizas. Los maltratadores no pegan si no es necesario. Las amenazas, las descalificaciones, los insultos… son potentes mecanismos para que ellas se conviertan en las presas perfectas. Primero tejen la red; y si ellas se mueven, el aguijón del violento se clava en su corazón.

En pleno corazón lleva tatuadas estas frases:
Fran. Él había bebido. Eres mía. Una puta es mejor que tú.
Raquel. Miedo a estar sola. Es por mi culpa. No puedo escapar. Te complaceré en todo.